El arma de un corredor

Los pies son clave a la hora de entrenar y participar en distintas competencias, de su correcto cuidado dependerá nuestro rendimiento y de cuán lejos podamos llegar en nuestro desarrollo deportivo.
Molestias, ampollas, durezas o una herida, por más pequeña que esta sea, pueden ser muy desagradable, entorpeciendo la carrera e incluso determinado el abandono.
Un mal cuidado de estas puede acarrear por error a una modificación de la pisada, desencadenando una mala postura e impactando el resultado, junto con la posibilidad de generar otras lesiones no existentes.

Antes de una carrera o entrenamiento

Las zapatillas son claves en todo aspecto, no sólo para un adecuado rendimiento, entregando amortiguación controlada y resistencia, sino además proveer seguridad y confort a los pies. Estas deben ser usadas en relación a nuestro tipo de pisada, debiendo la zapatilla adaptarse a ello.
Existen 3 tipos de pisadas:

Pronador
La característica del pie pronador consiste en un derrumbamiento del pie hacia la zona interna del mismo. Cuando corremos tus tobillos tienden a girar hacia dentro, es común, de hecho, es una amortiguación natural con la que se defiende el cuerpo.
La Pronación es un efecto fisiológico y necesario con el que el pie disipa parte de la carga que recibe en cada paso para adaptarse a las irregularidades del terreno, si no fuera por ese movimiento pronatorio nuestros pies sufrirían lesiones.
Cuando esa pronación está aumentada por encima de los parámetros fisiológicos, en ese caso hablamos de corredor pronador.
Entre un 50 a 60 % de los corredores, padece sobrepronación.

Neutro
Significa que los tobillos no tienden a girar ni hacia el interior del pie, ni hacia el exterior cuando uno corre. El pie normal, es aquel cuyo apoyo comienza por la parte externa del tobillo ejerciendo a continuación una discreta pronación por parte del mediopié y despegando el antepié entre el 1º y 2º metatarsiano.
Aproximadamente un 40% de los corredores, tiene pie Neutro

Supinador
Entendemos por supinación el efecto contrario a la pronación, es decir cuando hay una ausencia o disminución del efecto pronatorio fisiológico, ofreciendo un apoyo por la parte externa del pie.
Se trata de un pie muy estructurado y con poca movilidad con una bóveda plantar aumentada y el tobillo hacia fuera.
Esta alteración es poco frecuente, aproximadamente el 10% del total de corredores son supinadores, y a menudo se confunde con el desgaste excesivo de la zona externa del talón.

A esto, se le debe sumar una correcta elección del número de calzado, en general se recomienda que exista 1 centímetro entre la punta de los dedos y la punta interna de la zapatilla.
No es recomendable, en día de competencia, probar nueva implementación, sea calcetines o zapatillas, ya que estos requieren un periodo de adaptación.
En caso de que los pies suden en exceso, es aconsejable el uso de algún polvo para pies, que ayude a contrarrestar el exceso de humedad. De igual forma, al percibir alguna rozadura o molestia de calce, es preferible aplicar un poco de vaselina entre los dedos para evitar problemas mayores.
Un cuidado y buen corte de uñas es indispensable para un adecuado control de daños.