A medida que una persona envejece, una menor movilidad puede elevar el riesgo de enfermedad y discapacidad. La actividad física regular ofrece una serie de beneficios para la salud, que no por entrar a la tercera edad no sean factibles de lograr.
La tercera edad, en general es la disminución de las diversas funciones fisiológicas, deterioro de la capacidad articular y muscular, la limitación corporal a la actividad y todo ello acompañado por un gran número de factores psicosociales y ambientales que inciden sobre nuestras actividades de la vida diaria.
La llegada de la vejez, no significa aceptar la pérdida de salud. Es una edad en la que se puede mantener una buena calidad de vida, si se aprende a cuidar el propio cuerpo e integrarse con todo lo que significa el hecho de envejecer.
Se recomienda haber tenido una actividad física activa durante toda la vida, aun así, nunca es tarde para comenzar, por lo que se debe comenzar la actividad física a estas edades cuanto antes, y no esperar a que se manifiesten totalmente los síntomas del envejecimiento.
Son conocidas las ventajas del ejercicio en personas mayores, que se pueden resumir en: mejoras en la convivencia socio-familiar, aumento del apetito, concentración y calidad en el sueño; asimismo, se mejora el equilibrio y la coordinación, disminuye el riesgo de obesidad y sobrepeso y mejora la capacidad cardiorrespiratoria y la respuesta sensorial.
Es conviene llevar a cabo una evaluación geriátrica, antes de someterse a una actividad física más o menos intensa. La evaluación geriátrica, se entiende como un proceso de diagnóstico interdisciplinario, que busca cuantificar las capacidades y problemas médicos, psicológicos, sociales y funcionales, con la intención de elaborar un plan correcto de actividades y su adecuado seguimiento.